Adiós a la realidad distorsionada
5 años son suficientes para conocer algo o alguien. En este caso Facebook pasó de ser divertido a paisaje. Increíble como herramienta, defectuoso como experimento social. No es pensamiento hippie ni nada parecido solo que hoy cuando de alguna forma me siento liberado por haberlo cerrado, por otro lado el sentimiento de ansiedad es enorme, similar al de una adicto en rehabilitación.
Por otro lado yendo un poco más a fondo, el contenido generado por sus usuarios estaba siendo replicado como si fuera un mismo usuario que posteaba lo mismo varias veces por error. Creo que hay sitios de comunidades sociales que aportan algo a las vidas de sus usuarios. Pinterest, The fancy e incluso Twitter; redes sociales que le llevan una experiencia a la gente, experiencia de comunicación, audiovisual o de estilos de vida. Pero no un sin fin de mensajes superficiales como si la vida fuera una vitrina de un almacén popular de ropa barata.
Sin contar con la distracción personal y laboral, donde creo que si se le dedicara el mismo tiempo, dedicación, energía y fervor a otras actividades de las cuales si aprendiéramos y no fuera una línea recta de comunicación sin propósito, veríamos cosas mucho más interesantes.
Facebook, tuviste 5 años para convencerme y no lo lograste. Supongo que uno entre los 500 millones de usuarios no causará una caída en la bolsa. Pero al menos podré ponerme la meta de acordarme de los cumpleaños de la gente que quiero, por calendario y no hacerlo casi como un robot que aprendió a ser hipócrita.
Me quité un peso de encima a riesgo de pasar al olvido.
Texto por Daniel Piza
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